por aquella obediencia con que a la primera voz dejastes cuanto tenias en el mundo para seguir a Cristo; por aquella fe con que creíste y confesastes por Hijo de Dios a tu Maestro: por aquella humildad con que, viéndole a tus piés, rehusastes que te los lavase; por aquellas lágrimas con que amargamente lloraste tus negaciones; por aquella vigilancia con que cuidaste como pastor universal del rebaño que se te había encomendado; finalmente, por aquella imponderable fortaleza con que diste por tu Redentor la vida crucificado, te suplico, Apóstol glorioso, por tu actual sucesor el vicario de Cristo. Alcánzame que imite del Señor esas virtudes tuyas con las victorias de todas mis pasiones; y concédeme especialmente el don del arrepentimientopara que, purificado de toda culpa, goce de tu amable compañia en la gloria. Amén.
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