Apóstol Santiago, elegido entre los primeros,
tú fuiste el primero en beber el cáliz del Señor,
y eres el gran protector de los peregrinos;
haznos fuertes en la fe y alegres en la esperanza,
en nuestro caminar de peregrinos,
siguiendo el camino de la vida cristiana.
Aliéntanos para que, finalmente,
alcancemos la gloria de Dios Padre.
Amén.
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